Desde los inicios de este siglo hemos empezado a ver un nuevo activo en el mundo financiero que ha tenido su desarrollo en el mundo digital, y aprovechar -aunque no de una manera fiable- la desconfianza por los errores de los bancos y el sistema en general, que detonaron en 2008 una crisis que aún padecemos en varias formas.
Pero, ¿a qué parece que se está apostando? Pues al parecer a un sistema financiero basado en divisas digitales, como lo son las criptomonedas, que ya han empezado a mostrar las dos caras que tienen; la buena, como un sistema confiable de transferencias, que hacen más simple y «seguro» el intercambio de dinero, bienes y servicios. Y está el lado malo con los defectos no sólo de ser una moneda basada en el principio más básico de la economía capitalista, la oferta y la demanda.
Con esa idea en mente «Satoshi Nakamoto» (no se ha comprobado si sea su verdadero nombre o incluso si existe) creó una de las «más populares criptodivisas», Bitcoin, la cual empezó a abrir el camino para las demás que circulan ahora en el mercado financiero internacional, pero ¿todo es así de simple?
Empecemos dando definiciones a todo esto.
Una criptodivisa es un medio digital que usa criptografía como medio de seguridad para hacer transacciones financieras. Algo que distingue a las criptomonedas es que no son emitidas o respaldadas por una autoridad o banco central, por lo que la confianza recae en la tecnología y en el uso que se le da.
Según la legislación del Estado de Nueva York, que ya emite una BitLicense, una criptomoneda es “cualquier tipo de unidad digital, creada u obtenida mediante el cálculo matemático, cuyo sistema está basado en internet y que se utiliza como un medio de cambio o una forma de valor digitalmente almacenado”.
Para otras entidades, como el Banco Central Europeo (BCE), es una moneda virtual que se crea y se almacena electrónicamente.
Aunque el bitcoin es la criptomoneda más popular, hay más activos que están ganando la atención:
Ripple . Moneda digital por antiguos desarrolladores de Bitcoin con el objetivo de mejorarlas cripto divisas.
Litecoin, creada por Charlie Lee, ex empleado de Google.
Ethereum y Ether. Criptodivisas que en 2017 se convirtieron en las más rentables y están basadas en la tecnologías como Aragon o Stox.
NEO. Criptomoneda creada por Da Hohgfei, y que fue el parteaguas para que el Gobierno chino se interesara en la regulación de este nuevo mercado financiero.
Monero. La cual tiene como primisa el anonimato en sus acciones, por lo que esto puede suponer un problema ante la sospecha de que es usada por ciberdelincuentes.
Dash. E-currency que ha llegado a integrar funcionalidades más avanzadas.
IOTA. Divisa que ha dado un gran salto con su asociación con Microsoft por lo cual no tiene tarifas comerciales, ni miners o blocks.
NEM. permite enviar mensajes, registrar nombres o crear cuentas con varios titulares.Cardano. Este proyecto nació «de la mano» de destacados académicos e ingenieros.
Hay que señalar que las ventajas que se dice tiene esta divisa son el anonimato de los intercambios que se realizan sin intermediarios, de forma más sencilla que la convencional, aunque parece que en realidad no es tan sencillo, ya que pueden haber algunas comisiones que tendrás que cubrir para realizar tu movimiento y como señala un artículo publicado en Forbes México, no sabrás su monto hasta realizar la transacción.
Asimismo las operaciones con la moneda no están exentas de posibles fraudes, como pueden ser: wash trades, spoofing, painting the tape o front-running.
Además, hay que tomar en cuenta otros aspectos como el que las criptomonedas, al estar descentralizadas, muchas veces carecen de una legislación aplicable al respecto y, ante fraudes u otras eventualidades, el consumidor queda desprotegido.
Y en el otro bit de la moneda, aunque no se tiene un autoridad reguladora, el Blockchain es la tecnología encargada de llevar un registro de todas las transacciones, digamos que es el libro impreso de operaciones, llevado al terreno digital, mientras que la «impresión» de las monedas se realiza mediante la elaboración de problemas complejos, proceso al que se le denomina «mining», además de que la certificación la realizan «miners», quienes van verificando la operación.
Cuando un consumidor adquiere una criptomoneda, ésta se deposita en su e-wallet, además de que al crecer el interés en este tipo de divisas, también crece la capacidad computacional involucrada en ella por lo que tenderá a reforzarse su seguridad.
Por qué no puede ser dinero, según el BIS
Agustín Carstens, ex gobernador del Banco de México y ex secretario de Hacienda, ha sido un duro crítico de las monedas digitales. Ahora, desde su puesto como director gerente del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), también ha mostrado una postura escéptica contra la ola de criptodivisas que crece cada vez más. En un reporte del BIS publicado en junio de 2018, el banco enumera tres principales razones por las que estos activos no pueden ser usados como dinero corriente.
Primero, hay ciertas complicaciones que no existen cuando se usa el dinero de papel respaldado por un banco central: “todos y cada uno de los usuarios deben descargar y verificar el historial de todas las transacciones realizadas, incluida la cantidad pagada, el pagador, el beneficiario y otros detalles”, dice la institución en el informe. Esto implica que los usuarios tengan que verificar todas las transacciones y cargar forzosamente con información que puede ser innecesaria.
Segundo, la creación de las criptodivisas implica que los “mineros” usen datos y electricidad de una forma intensiva. Si se trata de masificar una criptomoneda para el público, el impacto ambiental sería desastroso.
“En el momento de redactar este informe, el uso total de electricidad de la minería bitcoin era igual al de economías de tamaño mediano, como Suiza, y otras criptomonedas también utilizan mucha electricidad”, explica el BIS.
La tercera razón está en la vulnerabilidad de las criptodivisas y las casas de cambio digitales ante fraudes y ciberataques. La institución con sede en Basilea, Suiza, indica que, dado el tamaño y la falta de manejo de los libros de contabilidad distribuidos, así como los altos costos de transacción, la mayoría de los usuarios acceden a guardar sus criptomonedas a través de terceros, como los proveedores de “billetera criptográfica” o casas de cambio. Sin embargo, estos entes no regulados han sido objetivo de criminales que roban estos activos. Uno de los casos más conocidos fue el de Mt Gox, una casa de cambio digital a la que le robaron 740,000 bitcoins en el año 2014, con un valor de 460 millones de euros en aquel tiempo.
Otro dato interesante a destacar es que, en diciembre de 2017, el valor del bitcoin llegó a ser de 13,850 dólares, es decir, casi diez veces más de lo que cuesta una onza de oro. Desde entonces, el bitcoin se ha depreciado más de 70%, costando ahora 4,000 dólares aproximadamente. Esto habla también de la volatilidad que tiene este activo digital.
¿Y cuál es el panorama en México?
Se estima que, en 2017, el volumen de transacción de bitcoin pasó de 100 mil-120 mil dólares diarios a principios de año, a casi dos millones de dólares por día, según un artículo publicado en Forbes en junio de aquel año.
Cabe señalar que antes era complicado comprar o intercambiar bitcoins por pesos en el país, hasta la aparición de operadores como Bitso, que maneja transacciones con Bitcoin, Ethereum y Ripple.
En materia legal, la misma Comisión Nacional de la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) advertía que: “debido a que en México no son una moneda oficial, las autoridades no pueden responder por algún quebranto o cambio significativo en su valor e incluso en otros países, se ha señalado su uso en operaciones ilícitas, como fraude y lavado de dinero.”
Pero ahora desde marzo de 2018, el país cuenta con una legislación denominada “Ley Fintech”, en la que estuvieron involucrados la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y varios actores involucrados en el sector de tecnología financiera. Esta ley regula actividades como el crowdfunding, e-money y criptomonedas, creando figuras como la Institución de Fondo de Pago Electrónico, además de obligar a las plataformas, como Bitso, a hacer una separación de fondos obligatoria, cumplir con estándares de ciberseguridad para dar certidumbre a los usuarios y por supuesto, conferirle a la Condusef autoridad para atender este tema.
Así que, aunque no esté muy claro el panorama entorno a estas “nuevas divisas”, lo cierto es que empiezan a dar pasos para que se hagan más operaciones con estos activos, pero no sustituirán al dinero fiat, pero sí que revolucionan la forma en que las personas hacen operaciones e inversiones.