Podría decirse que hay un poco de ambos puntos de vista. Después de tantos filmes, a algunos puede parecerles monótono el uso de tonos pastel, su obsesión con la simetría e incluso las historias con la misma línea. No obstante, sin renunciar a su estilo, Wes Anderson puede sorprender con técnicas que ya no son usuales, como el stop motion.
Su última película “Isle of Dogs” nos lleva a Japón, que enfrenta una epidemia provocada por los canes, o al menos es lo que hace creer el gobierno en curso a sus habitantes, el cual decide enviar a toda la población de perros a una isla destinada a ser un vertedero de basura. No obstante, no todos los pobladores, especialmente estudiantes y científicos, ven esta decisión como la más adecuada y piensan en alternativas contra esta decisión autoritaria. Entre ellos, un niño llamado Atari (no podía quedar fuera el elemento nostálgico) que desafía la ley y escapa para rescatar a su perro del destierro.
La película nos muestra una cara diferente a las típicas historias en donde el perro es el fiel compañero incondicional del hombre, siempre a lado de su amo. En este filme los canes son vistos como los enemigos de una nación, puestos en la mira por gobernante sin escrúpulos que basa su popularidad infundiendo miedo en la población, incapaz de darse cuenta de que se vuelven en contra de quienes siempre fueron leales con ellos. La historia puede sonar inocente, pero Isle of Dogs es una película con alto contenido político.
Se percibe un ambiente más hostil que al que nos tiene acostumbrados Anderson, pero no por ello menos atractivo; ya no prevalecen los colores pastel pero, por otro lado, nos sumerge en las texturas de una tierra desolada, donde los perros ahora sobreviven entre manadas y buscan comida dentro de la basura. Para coronar la atmósfera tribal, las percusiones se hacen presentes en toda la banda sonora de la película.
Esto no fue nada sencillo para el equipo encargado de llevar a la pantalla grande a estos entrañables personajes. Y aunque la técnica de Stop Motion ya se había trabajado con anterioridad por el director en Fantastic Mr. Fox (2009), esta última travesía representa una obra titánica de mano de obra y de detalles meticulosamente elaborados, con un total de más de 1,000 figuras hechas a mano entre perros, personas y uno que otro gato, dan como resultado un deleite visual sin fin por donde se mire.
Es un filme en el que se puede ver reflejado la gran influencia del cine japonés, sobre todo en Kurosawa y Miyazaki. Se puede apreciar del mismo modo la perfección que suele caracterizar a Anderson en su fotografía, su simetría omnipresente, y sobre todo, sus actores de cabecera que, en esta ocasión prestan sus voces a los perros, como Edward Norton, Frances McDormand,Bill Murray y Tilda Swinton. Además se integran Bryan Cranston y Scarlett Johansson al grupo de voces que da vida a cada uno de los canes, todos con una personalidad única.
Seas o no seguidor del Wes Anderson, Isle of Dogs es un deleite visual que no deja indiferente a nadie, ni siquiera a quienes ya conocen de memoria su trabajo. Una película que hasta los amantes de los gatos apreciarán.