El genio de Fuentealbilla representa a la generación dorada que cambió la historia del futbol español, iniciando un ciclo virtuoso en 2008 con la conquista de la Eurocopa y que, diez años después, pondrá punto final al ser su última participación con la selección ibérica.
En su larga aventura, también enfrentó adversarios insospechados que no estaban en la cancha, pero pusieron en peligro su carrera: las lesiones y la pérdida de un amigo orillaron a Andrés al abismo. Afortunadamente para el futbol, lo mejor de un chico sencillo y tímido emergió para sobreponerse a estos obstáculos y pasar como uno de los mejores futbolistas de su época.
Inauguramos con esta historia el serial de Rusia 2018: los últimos héroes.
“Cada uno es artífice de su ventura.”
José Antonio Iniesta le dijo a su hijo Andrés “puede que el tren sólo pase una vez en la vida” cuando se presentó la oportunidad de entrar a la escuela de futbol del Barcelona. Apenas siendo un niño de 12 años, Iniesta destacó en un torneo de futbol y la academia blaugrana puso los ojos en él. Andrés no quería irse de casa, pero la frase de su progenitor no dejaba de sonar en su cabeza.
Iniesta llegó a Barcelona en 1996. Además de ser uno de los alumnos más jóvenes y talentoso de La Masía, comenzó a destacar también en las categorías inferiores de la Selección Española, donde conoció a Dani Jarque, canterano del Espanyol, el club rival del Barcelona, quien se volvió su gran compañero y guía en la ciudad. Dani inclusive llevaba en coche a Andrés a los entrenamientos del Barcelona para después irse a los suyos.
En la temporada 2002-2003, Andrés debutó en el primer equipo del Barcelona de la mano de Louis Van Gaal. Iniesta tuvo participaciones intermitentes hasta que otro holandés, Frank Rijkaard, apostó fuerte por él. El entrenador lo describía como “el futbolista que reparte caramelos” por su juego exquisito e intuitivo.
Su primera gran actuación fue en la final de la Champions en 2006, en la que entró de cambio y dio la vuelta al partido que perdía Barcelona 0-1 contra el Arsenal. Después, su primera convocatoria a la Selección absoluta de España coincidió con la lista de elegidos para el Mundial de Alemania de aquel año.
Su primer gol con España llegó el 7 de febrero de 2007 en partido amistoso contra Inglaterra en el estadio Old Trafford. Aquella anotación inauguró una racha ganadora de la selección que conquistó la Eurocopa de 2008 ante Alemania. Un año más tarde, el Barcelona ganaba su primer ‘triplete’ con Iniesta ya como titular indiscutible.
“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.”
Andrés Iniesta parecía estar en un momento inmejorable, pero las cosas empezaron a ir de mal en peor. Tras jugar muy mermado la final de la Champions de 2009, el mediocampista tuvo una mala racha física y psicológica.
Después, llegó un golpe directo al al corazón. El 9 de agosto de ese año, Dani Jarque, capitán del Espanyol y su mejor amigo, sufrió un infarto en la habitación de un hotel en Coverciano, Italia, cuando su equipo estaba en una gira de pretemporada. El jugador hablaba por teléfono con su novia, quien estaba en la recta final de su embarazo, cuando de repente, al otro lado de la línea, el jugador se desvaneció. La chica, asustada, llamó por teléfono a un compañero del equipo para advertirle lo que había pasado. Éste corrió hacia la habitación de Jarque, pero ya nada se pudo hacer. Dani murió a los 26 años.
Iniesta perdió a su amigo y después empezó a perder otras cosas: su salud y su confianza. La temporada 2009-2010 fue un calvario. Llegó a jugar solamente 20 partidos completos con el Barcelona debido a las recurrentes lesiones que, si bien sanaban en su cuerpo, no salían de su mente. Contando los partidos de la Liga, Copa del Rey y Champions, hizo solamente un gol y dio 9 asistencias.
“Siempre deja abierta la ventura una puerta en las desdichas para dar remedio a ellas.”
Llegó al Mundial de Sudáfrica entre algodones. Tuvo siempre el apoyo de los jugadores, fisioterapeutas y el seleccionador nacional, pero su ánimo no levantaba, algo dentro de él estaba roto. Años después confesó que tuvo una profunda depresión durante ese tiempo.
España empezó el Mundial con una derrota ante Suiza, sacó un triunfo ante Honduras por dos chispazos y tenía que ganar a la selección chilena dirigida por Marcelo Bielsa si quería avanzar a octavos de final.
Justo en el peor momento fue cuando Iniesta volvió: hizo un muy buen partido y anotó un gol ante Chile. España se encarriló en el torneo hasta la final contra Holanda, una selección que, traicionando a sus principios, cosió a patadas al cuadro ibérico. En el segundo tiempo extra, en un avance desesperado, Iniesta acompañó toda la jugada, se metió al área chica, recibió un pase filtrado y… el mundo se detuvo. “Sólo tenía que esperar a que bajara el balón.”
Corrió como un poseso, se quitó la camiseta y dejó ver otra que tenía debajo con una leyenda: “Dani Jarque siempre con nosotros”. Con aquel gol se reencontró con su amigo y con el Andrés Iniesta que se había perdido en la melancolía.
Resurgió como un mejor jugador del que ya era, se volvió imprescindible en la Selección y cosechó otra Eurocopa en 2012 y más éxitos con el Barcelona.
El genio manchego hará su última cabalgata en Rusia 2018, cerrando el ciclo que inició en 2006 con España. En su carrera nunca ganó un Balón de Oro, pero no le hizo falta. Andrés se conquistó a sí mismo y, después, al mundo.