Tras diez años de medición de la pobreza y de casi un billón (millón de millones) de pesos invertidos para superar este flagelo, el número de pobres en México aumentó en 2.9 millones de personas en el mismo periodo. La principal causa es que el ingreso de las familias durante este tiempo se ha mantenido estancado.
Entre 2008 y 2018, la cantidad de personas en situación de pobreza pasó de 49.5 millones de personas a 52.4 millones, de acuerdo con el más reciente reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicado el pasado 5 de agosto.
El pico más grande de pobreza en el periodo estudiado fue 2014, cuando la pobreza afectaba a 55.3 millones de personas, para después reducirse en 2.9 millones en cuatro años.
En términos porcentuales, la pobreza mostró una disminución, pues pasó de 44.4% a 41.9% de la población mexicana en el periodo citado.
Respecto a la población en pobreza extrema, esta tuvo una reducción de 12.9 a 9.3 millones de personas y de 11.0% a 7.4% en los últimos diez años.
El Coneval mide la pobreza con base en información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y la clasifica en seis carencias sociales:
- Rezago educativo
- Acceso a servicios de la salud
- Acceso a seguridad social
- Calidad y espacios de vivienda
- Servicios básicos en la vivienda
- Acceso a la alimentación
Una persona en situación de pobreza moderada es quien tiene al menos una carencia social y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
Mientras que una persona en pobreza extrema tiene tres o más carencias y su ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana.
Todas las carencias sociales bajaron en la medición del Coneval, pero la que sigue afectando más a los mexicanos es la de la seguridad social, pues 57.3% de la población la padece y tuvo una reducción de solamente 7.7 puntos porcentuales.
El indicador que tuvo una notable mejoría fue el de la carencia a los servicios básicos de salud, pues pasó de 38.4% a 16.2% entre 2008 y 2018.
Por el contrario, la carencia que menos se redujo en el mismo periodo es la más básica para cualquier humano: la carencia por acceso a la alimentación se redujo solamente 1.3% en diez años, al pasar de 21.7% de la población pobre a 20.4%.
La población indígena continúa como la más marginada y el avance contra la pobreza en este grupo fue casi nulo. La población que habla alguna lengua indígena y está en situación de pobreza bajó de 76% a 74.9%.
Oneroso (e infructuoso) gasto en combate a la pobreza
Los resultados dispares en la lucha para superar la pobreza palidecen aún más si se comparan con lo que se ha gastado en política social. En los últimos diez años, el presupuesto de la Secretaría del Desarrollo Social (hoy llamada del Bienestar en el gobierno de López Obrador) aumentó 110% y, sin embargo, el número de pobres aumentó en México.
Desde su creación en 1992, la Sedesol es la que concentra el mayor número de programas sociales enfocados en abatir la pobreza. En 2016, esta dependencia estaba a cargo de 17 programas, como el de pensión a adultos mayores, de empleo temporal, el de estancias infantiles para madres trabajadoras, comedores comunitarios, seguro de vida para jefas de familia, entre otros.
Si se suman los presupuestos de la Sedesol entre 2008 y 2018, se gastaron alrededor de 994,000 millones de pesos. Esto equivale a 22 veces el presupuesto de la UNAM de 2019.
Analistas consideran que la política social del país en los últimos años se ha enfocado en programas asistencialistas que, si bien pueden ayudar a sus beneficiarios, no se traducen en un aumento de ingresos de las familias pobres.
En porcentaje, la población con un ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos pasó de 49.0% a 48.8% entre 2008 y 2018, agregó la institución y recomienda que los programas se orienten a ayudar a resolver este problema.
“El ingreso de las familias y la seguridad social de sus integrantes son dos retos importantes de las políticas públicas encaminadas a disminuir la pobreza. El ingreso es insuficiente y muestra una concentración elevada”, recomienda Coneval.